miércoles

Desde el rechazo a la gloria

El principio de esta oleada revolucionaria que se llamó impresionismo fue iniciada por el pintor Edouard Manet y sus amigos, este grupo de nuevos artistas despreció los convencionalismos de la época por considerarlos ajados y carentes de sentido. Los artistas que utilizaban la técnica pictórica tradicional llevaba sus modelos a los estudios donde la luz pasa a través de la ventana, empleando transiciones graduales de la luz a la sombra para dar la impresión de volumen y solidez. La academia les enseñaba a sus alumnos desde un principio a pintar sus cuadros sobre este juego de la luz y la sombra, dentro de un estudio. Por lo tanto el público se acostumbró a ver los objetos representados de este modo, olvidándose completamente que  las cosas al aire libre no las percibimos con semejantes gradaciones de la sombra a la luz.
Este grupo de artistas se dio cuenta de que existen violentos contrastes de los objetos a la luz del sol, lo que se opone completamente a la impresión de luz que se muestra en lo estudios, ya que no se muestran con tanto volumen o tan modelados. La partes iluminadas del cuerpo (tanto objeto como persona) parecen mucho más brillantes que en el estudio, incluso las sombras no se aprecian uniformemente grises o negras. Si confiamos en nuestros ojos, y no en nuestras ideas de cómo deberían ser las cosas según las reglas académicas, se pueden hacer los más fascinantes descubrimientos. Sin embargo estas ideas que hoy en día nos parecen normales, para los críticos y las personas en general de aquella época (siglo XIX) se consideraban extravagantes. Puede decirse, por tanto que Manet y sus seguidores realizaron una revolución en la transcripción de los colores. Ellos descubrieron que al contemplar la naturaleza al aire libre, - y no desde un estudio – los objetos particulares que vemos, no los percibimos cada uno con su propio color, sino que vemos una mezcla de tonos que se combinan en nuestros ojos, o simplemente, en nuestra mente.
Claro está que esta serie de descubrimientos fue hecha por varios artistas, que al abandonar el método tradicional provocaron gran revuelo y rechazo entre los artistas y críticos conservadores. Tanta desaprobación causó que los académicos se negaron a exhibir las obras de estos artistas, - entre ellos Manet – en la exposición oficial denominada “El Salón”; frente al reclamo constante de los artistas rechazados, las autoridades se vieron obligadas a mostrar en una exposición especial pero, no oficial, que recibió el nombre de “Salón de los rechazados”. Este episodio señala el primer movimiento de una batalla que dura casi treinta años.
Entre los pintores que se unieron a Manet y que contribuyó a desarrollar estas nuevas ideas, se encuentra el que se considera el más representativo del movimiento impresionista, Claude Monet. La idea defendida por Monet era que toda reproducción de la naturaleza debía estar concluida necesariamente “sobre el terreno”, ya que la naturaleza o el motivo cambian a cada minuto, con el simple hecho de que una nube pase ante el sol, o los reflejos que provoca sobre el agua el paso del viento. Así, para poder plasmar lo que ve, el artista ya no tiene tiempo de mezclar los colores en la paleta, como es característico de los viejos maestros, sino que debe depositarlos sobre el lienzo rápidamente mediante pinceladas cortas y yuxtapuestas, preocupándose menos de los detalles.
Esta técnica aplicada en el impresionismo, que aparentemente se ve como una falta de acabamiento, como un aparente descuido, fue lo que desencadenó la furia y reprobación de los críticos. El rechazo de las obras de los nuevos artistas que aplicaban estas reglas, desembocó en una organización independiente para una exposición. Esta fue la primera exposición impresionista, a la que se debe su denominación, pero no por ser un cumplido precisamente; un crítico asistente al ver el cuadro de Monet, Impresión: amanecer le causó tal impresión que terminó burlándose de la obra, escribiendo una fuerte crítica hacia los artistas que expusieron, denominándolos Impresionistas.
No fue solo la técnica de pintar que indignó a los críticos, sino también los temas elegidos por los autores, ya que no solo plasmaban en sus lienzos paisajes, también pintaban cualquier escena de la vida real, sin embargo, las escenas de la vida cotidiana no se consideraban temas para las obras, y por tanto menos se miraban como Arte.
Tuvo que pasar algún tiempo para que el público se acostumbrara  y aprendiera a ver un cuadro impresionista. La conciencia de la nueva libertad que estos artistas tuvieron debió compensarles en gran medida de las burlas que vivieron. Una vez aceptada estas nuevas ideas, todos los espantajos como los temas graves, las composiciones armónicas y el dibujo correcto – lo que fue el arte tradicional, hasta ese momento - se dejaron de lado.
La lucha de los impresionistas se convirtió en una especie de leyenda áurea de todos los innovadores en arte, quienes podrían acogerse siempre a la incapacidad del público para admitir los nuevos métodos. Finalmente podemos decir que, el gran fracaso en la lucha de estos artistas es tan importante en la historia del arte, como su triunfo final.

No hay comentarios:

Publicar un comentario